miércoles, 24 de junio de 2009

El lead del reportaje, cómo elegirlo

A diferencia del lead noticioso, cuya finalidad es brindar el hecho informativo en el primer párrafo a través de las 5 W (qué, quién, dónde, cuándo, cómo y por qué), el lead de un reportaje debe partir de un detalle, una historia particular, una anécdota… una hebra que conduzca al ovillo, pero este hilo, así de fino como lo imaginan, debe ser lo suficientemente fuerte para atrapar al lector y conducirlo a los vericuetos de todo el contenido.

“El reportaje —género que combina la información con las descripciones e interpretaciones de estilo literario— debe abrirse con un párrafo muy atractivo, que apasione al lector. Por tratarse de un género desligado de la estricta actualidad diaria, no puede ofrecer como arranque, generalmente, un hecho noticioso. Ha de sustituirse tal arma, por tanto, con imaginación y originalidad. A la vez, el arranque debe centrar el tema para que el lector sepa desde un primer momento de qué se le va a informar”, indica el Libro de estilo de El País en su norma 2.54. Por tanto, para escoger nuestro lead, debemos tener siempre en mente este concepto. Cuando creemos que hemos indagado lo suficiente sobre un tema, debemos pensar en el detalle, en ese algo particular que conduzca a lo general.

Sin embargo, un lead de reportaje no tiene que cerrarse a una clasificación específica, más bien puede tomar y combinar distintos elementos de cada una (pregunta, cita textual, contradicción, etc), incluso nosotros podemos crear nuestra propia entrada, por ejemplo un chiste, una tesis, personificar a una mesa para retratar su vida en la cocina de una familia rica… en fin. Lo importante es que debe mantener su concepción de lo particular para ir a lo general y que esté relacionada con el tema.

Cómo elegir un lead de reportaje

Para esto, Álex Grijelmo nos sugiere: “es mejor echar un vistazo, sin consultar las notas, a todos los apuntes que hemos retenido mentalmente sobre el tema en cuestión. En la amalgama de información obtenida sobresaldrán generalmente un par de anécdotas, un hecho extraño, un chiste, una situación dramática, una paradoja, la descripción de un espacio,,, Ya tenemos algo”, y añade: “Y cuando no hallemos nada relevante en nuestras anotaciones, siempre cabe el recurso de la metáfora, de la frase escrita con brillantez para retratar la realidad”. La metáfora, por tanto, es una buena técnica no sólo para auxiliar leads de reportajes irrelevantes, sino también para escribir buenos leads, como elementos de combinación en diferentes partes de nuestro trabajo, y hasta de titulares, por lo que es bueno estudiar los diferentes tipos de metáforas. Grijelmo, en El estilo del periodista, aborda algunas como la personificación, greguería, reificación, sinécdoque, metonimia, figura y comparación; no obstante, podemos consultar más formas y con mayor profundidad en un libro de gramática.

Los libros de estilo de los medios de comunicación en español: necesidad de un acuerdo

Alberto Gómez Font
(Filólogo del Departamento de Español Urgente)

Cada vez son menos los usuarios del español que dudan sobre quién o quiénes dictan la norma de uso; no son los diccionarios, ni las gramáticas, ni los libros de ortografía; hoy en día las verdaderas guías de uso del español actual son los manuales de estilo, y la mayor parte pertenecen a los medios de comunicación, es decir, a la prensa, tanto escrita como oral; manuales que, en muchas ocasiones, están redactados o supervisados por expertos en la lengua, y en los demás casos están copiados de los primeros. Así, pues, cualquier persona que se aproxime al estudio del español deberá tener muy en cuenta este tipo de publicaciones, en las que encontrará resueltas muchas de las dudas que se irá planteando a medida que avance en su conocimiento. Y también hay que tener en cuenta que los verdaderos maestros del español son los medios de comunicación, que se encargan de difundir los nuevos usos de la lengua. Veamos ahora la historia de algunos de esos manuales.

El primer libro de estilo de un medio de comunicación del que tengo noticias —me refiero a los que están escritos en español— es el Manual de Selecciones (Normas generales de redacción), preparado bajo la dirección de Jorge Cárdenas Nanneti, y publicado el año 1959 en La Habana por Selecciones del Reader's Digest S.A. El libro está destinado a lograr una buena traducción del inglés —idioma original de la revista— al español, y contiene además una serie de normas gramaticales y ortográficas de gran utilidad, y que coinciden casi totalmente con los que años después aparecerían en el Manual de Estilo de la Agencia EFE.

Cinco años después, en 1964, se editó en México un Manual de Noticias Radiofónicas, (1) del que sólo conozco el título y el autor, y diez años más tarde, en 1974, apareció en Buenos Aires un libro titulado Normas de estilo periodístico (2) de cuya existencia sé porque aparece citado en alguna bibliografía.

Y al año siguiente apareció la primera edición del libro de la Agencia EFE, en 1975. Y paso ya a contar la pequeña historia de algunos manuales de estilo, comenzando por el de la Agencia EFE, del que soy coautor debido a mi trabajo como filólogo del Departamento de Español Urgente desde su creación, hace ya casi 18 años.

Manual de Español Urgente de la Agencia EFE

La primera edición no es un libro propiamente dicho, pues no está editado ni encuadernado como tal, sino que se trata de unas hojas mecanografiadas —31 folios— por una sola cara y encuadernadas con unas tapas de cartulina fina, y en la que hace de portada puede leerse: Agencia EFE S.A. Madrid. Manual de estilo de efe-exterior . Primera edición, 1975.

En la introducción, titulada "Justificación", se explica que la pretensión es dar ideas generales que sirvan de orientación para armonizar el estilo redaccional de manera que el servicio de EFE tenga un estilo propio. Y sigue diciendo: "Nos proponemos dar unas normas claras para que los redactores las tengan en cuenta en el momento de escribir y transmitir las informaciones, aunque sin prescindir nunca del ingenio propio y de las innumerables posibilidades de expresión que ofrece nuestro idioma. Pero, cuidado, que no inventa quien quiere, sino quien puede".

El Manual está dividido en dos partes, la primera dedicada a explicar cuestiones de transmisión y tipos de noticias, y la segunda, titulada "Anexos", dedicada a cuestiones gramaticales y léxicas.

El primer libro propiamente dicho de la colección es la 2ª edición de un librito titulado Manual de Estilo, fechada en 1976. Y lo llamo librito porque es de pequeño formato y apenas tiene 65 páginas. De su redacción se encargaron los responsables de la "redacción central" de la Agencia EFE, entre los que había una cierta pugna que los dividía en "españolistas" y "americanistas" en cuanto al ciertos usos del español, como en el caso del pretérito perfecto y el indefinido, pulso que ganaron los defensores del indefinido. Llama también la atención la censura de cualquier uso del gerundio y de la pasiva, sea o no sea correcto. Por alguna razón inexplicable alguien impuso su criterio y prohibieron nada más ni nada menos que el pretérito perfecto, la pasiva y el gerundio. El libro está dividido en tres capítulos: "Información" (normas éticas), "Redacción" (cuestiones de estilo y algo de gramática, muy poco aparte de las prohibiciones antedichas) y "Transmisión" (tipos de noticia, prioridades...). En su preparación se tomaron como modelo de referencia los libros de estilo de las agencias norteamericanas A.P. y U.P.I.

En 1978 apareció un segundo libro, pero no es la tercera edición, como cabría esperar teniendo en cuenta que la anterior era la segunda, sino que consta como primera, y con él comienza la numeración que, como iremos viendo, en 1998 ha llegado a la duodécima edición.

Escribió el libro, también titulado Manual de Estilo, Fernando Lázaro Carreter, por encargo del presidente de EFE, Luis María Ansón, que quería que los periodistas de la Agencia Efe escribiesen de una manera "ágil, concisa y elegante" y pretendía que los servicios informativos de la agencia, que ya se distribuian ampliamente en todos los países hispanohablantes, desempeñasen un papel homogeneizador del lenguaje periodístico en castellano. Para ello creyó necesario contar con un manual de estilo que tuviese respaldo académico; un manual que, además de normas de redacción periodística, contuviese una síntesis de gramática y sintaxis y que fuese aceptado como modelo para la normalización del léxico informativo en España e Hispanoamérica.

Está dividido en tres partes: "Normas de redacción" (ortografía, morfología, léxico, observaciones gramaticales); "Transmisión" —no escrita por Fernando Lázaro—(preparación del texto, perforación y montaje en las pantallas, proceso de edición en la central, clasificación de noticias, claves...), y "Observaciones sobre léxico". El núcleo de ese libro sigue estando presente, con muchas cosas idénticas, que no se han tocado, en las sucesivas ediciones, hasta la undécima.

En la introducción, Luis María Ansón nos explica el porqué de la obra: "El deterioro progresivo que el idioma está padeciendo en los medios de comunicación, por un lado, y, por otro, la expansión nacional e internacional de la agencia, y la necesidad de afianzar a aumentar su prestigio, aconsejan realizar un nuevo esfuerzo tendente a la deseada homogeneidad de criterios idiomáticos: Las Normas han sido ampliamente consultadas, y sus prescripciones y consejos están abiertos a la crítica de todos cuantos trabajamos en la agencia, para perfeccionarlas en sucesivas ediciones."

( ... ) " Conseguir una neutralización del estilo —que no debe confundirse con un estilo 'neutral', permanentemente insípido— constituye una obligación si se piensa en el importante papel que la Agencia EFE desempeña en la difusión del idioma, tanto en España como en América. La unidad de la lengua es un bien que importa defender en el seno de la comunidad hispanohablante. Hoy la prensa, la radio y la televisión ejercen una influencia idiomática superior a la del sistema docente. Sin exageración puede afirmarse que el destino que aguarda al español —o a cualquier otro idioma— está en sus manos. Y la responsabilidad que corresponde a nuestra agencia es cuantitativamente muy superior a la que alcanza a un medio de comunicación aislado: He aquí un motivo más, e importantísimo, para que el estilo de nuestros despachos sea aceptable por todos, no vulnere los usos comunes, no acoja particularidades locales o de sectores, no difunda neologismos innecesarios o rasgos que obedecen a una moda pasajera..."

El autor, Fernando Lázaro Carreter, no siguió ningún modelo en la elaboración del libro, aunque sí se refiere de vez en cuando al Manual anterior. Lo que sí hizo fue una especie de cursillo en la Agencia EFE en el que estableció contacto con redactores de distintos departamentos y secciones y se reunió con los más atentos y aficionados a las cuestiones del uso del idioma. Y antes de llevar los originales a la imprenta hubo varias reuniones para corregir, añadir o suprimir, para sugerir o para rectificar, hasta llegar al texto definitivo, cuyos primeros 2.000 ejemplares salieron el 22 de diciembre de 1978. Es curioso constatar que, por coincidencia de fechas, es muy probable que al mismo tiempo, también en Madrid, alguien o algunos estuvieran preparando la que sería la primera edición del Libro de Estilo del diario El País.

La segunda edición del Manual de Estilo de la Agencia EFE apareció en 1980 y su principal diferencia con la precedente es la ampliación del capítulo titulado "Sobre léxico" gracias a la autorización de Manuel Seco, de la Real Academia Española, para emplear libremente su Diccionario breve de dudas de la lengua española.

Luis María Ansón, en la presentación del libro titulada "Palabras preliminares", explica cómo sigue su proyecto de trabajar en pro de la unidad del español: "Los servicios de la Agencia EFE llegan hoy instantáneamente a los teletipos de los principales periódicos impresos, hablados y audiovisuales del mundo hispánico. Por primera vez existe un instrumento capaz de evitar el colonialismo al que tradicionalmente estaba sometida nuestra lengua por las grandes agencias estadounidenses en los medios de comunicación iberoamericanos. Este Manual de Estilo ha sido un primer paso para crear en la Agencia EFE un 'Departamento del Español Urgente', del que formarán parte académicos y catedráticos. Se trata de dar respuesta inmediata a las dudas sobre expresiones, palabras y nombres propios, evitando a tiempo que se generen los anglicismos. La fuerza de la prensa, y sobre todo de la radio y la televisión es tan grande que se hace necesario divulgar con rapidez el término correcto".

Y ese Departamento de Español Urgente (DEU) que Ansón anunciaba en la segunda edición del Manual comenzó a funcionar el mismo año de 1980, en octubre, y los filólogos que comenzamos a trabajar en la labor diaria de lectura y corrección de las noticias y en la atención a las consultas que nos llegaban por teléfono y por el teletipo, nos encontramos con esa segunda edición como principal herramienta de trabajo.

Además del equipo de filólogos dedicados a las tareas diarias del Departamento, Ansón fundó un Consejo Asesor de Estilo formado por cuatro miembros de la Real Academia Española (Fernando Lázaro Carreter, Manuel Alvar, Antonio Tovar y Luis Rosales) y el secretario general de la Asociación de Academias, el académico colombiano José Antonio León Rey; equipo que se reunía periódicamente en la agencia para supervisar el trabajo del Departamento de Español Urgente, dictaminar sobre asuntos de dudosa resolución, y establecer una vía de contacto permanente entre la Real Academia Española , Asociación de Academias de la Lengua Española y la Agencia EFE.

En 1981 se publicó la tercera edición del Manual de Estilo, muy ampliada con respecto a la anterior. En su redacción participaron los miembros del Consejo Asesor y los filólogos del DEU aprovechando los materiales surgidos durante los primeros meses de funcionamiento del departamento. Luis María Ansón, en las palabras preliminares, explica su preocupación y la de la Agencia por el efecto que la naciente informática podrá tener sobre el español: "Al arrollador acoso del colonialismo cultural anglosajón habrá que unir el asalto de la informática. De ella se derivará, si no se hace frente al nuevo fenómeno tecnológico, la uniformación y simplificación del lenguaje. Las computadoras meterán en el congelador al idioma, que debe ser caliente y popular. (...) Con la mayor modestia, la Agencia EFE ha estudiado el problema y ha hecho y se propone hacer el máximo esfuerzo dentro de los medios a su alcance: Este Manual de Estilo que el lector tiene entre las manos y el 'Departamento de Español Urgente', pretenden contribuir, aunque sea mínimamente, al colosal esfuerzo que la cultura hispánica debe realizar en los próximos años para responder al desafío de la nueva tecnología de la información".

El gran éxito del Manual entre los periodistas, los estudiantes de ciencias de la comunicación y los interesados en tener un libro para resolver sus dudas en el uso del español actual hizo que las peticiones para conseguirlo fueran muy numerosas, y, como se trataba de un libro hecho por la Agencia para ser usado por sus trabajadores, no estaba a la venta en las librerías y no tenía distribución en América. La primera edición venal del libro fue la cuarta, publicada en 1985 con el título de Manual de Español Urgente y el subtítulo de "4ª edición corregida y aumentada del Manual de Estilo de la Agencia EFE". De la edición y la distribución se ocupó Ediciones Cátedra, y sigue haciéndolo en la actualidad. En el momento de la aparición del Manual de Español Urgente Luis María Ansón ya no era presidente de EFE, y en su lugar estaba el también periodista Ricardo Utrilla.

En este manual se trata únicamente de normas gramaticales y léxicas para el buen uso del español, y se anuncia el propósito de editar otro libro aparte con las normas específicas para la redacción eficaz de despachos informativos. Dicho libro aparecería en 1988 con el título de Normas Básicas para los Servicios Informativos y actualmente se está preparando una nueva edición corregida, aumentada y actualizada.

Aparecen por primera vez los capítulos titulados "Sobre transcripción", "Algunos gentilicios que se prestan a confusión", "Lista de gobernantes" y "Siglas y abreviaturas".

En 1989 apareció la siguiente edición del Manual de Español Urgente (5ª edición corregida y aumentada del Manual de Estilo de la Agencia EFE), siendo presidente de la agencia Alfonso Sobrado Palomares, quien, en una introducción titulada "Un manual al día del español urgente" explica: "En el año de su cincuentenario, EFE ha tenido el honor de que un miembro de su Comisión Asesora de Estilo, don Manuel Alvar, haya sido elegido director de la Real Academia Española. En el homenaje íntimo que la agencia ofreció a sus asesores con tan grato motivo, el director de la Real Academia Española ponderó el caudal idiomático del que la agencia dispone diariamente y resaltó su importancia en la tarea unificadora de la lengua. Elogió el trabajo diario de los filólogos del Departamento, 'que son mucho más rigurosos que nosotros', y se felicitó de la colaboración entre la Academia y la Agencia EFE...".

Las cuatro siguientes ediciones (6ª, 7ª, 8ª y 9ª) más que ediciones fueron nuevas tiradas de la 5ª edición, pues no fueron retocadas en lo más mínimo. La decisión de reimprimirlas no fue de EFE sino de Ediciones Cátedra.

La décima edición del Manual de Español Urgente salió en 1994, y sus consejos y advertencias se pusieron al día con la última edición del Diccionario de la Real Academia, aparecida en 1992. Se añadió un capítulo sobre la lengua hablada en el que se advierte sobe la pronunciación, dirigido al servicio de televisión de la agencia; se ampliaron los capítulos de siglas, gentilicios dudosos, los términos del lenguaje económico, y se pusieron al día la ortografía correcta y la transcripción de los políticos y dirigentes de los países que no usan el alfabeto latino, lista que hubo de ampliarse con todas las repúblicas que antes formaban parte de la Unión Soviética y de Yugoslavia.

El entonces director de información de la Agencia, Carlos González Reigosa, dice en el prólogo: "En el propósito de mantener la unidad del idioma los medios de difusión han de desempeñar un papel fundamental, y el Departamento de Español Urgente trabaja con esa intención. A tal fin solicita la colaboración de cuantos trabajan en la agencia, no sólo aceptando estas recomendaciones, aunque resulten discutibles —más vale un mal acuerdo que el desacuerdo y la dispersión totales—, sino haciéndoles llegar advertencias y propuestas, en la seguridad de que serán inmediatamente atendidas. Esta invitación se extiende a todos los profesionales de la información, tanto de nuestro país como de América, que se sientan interesados por la mejora y unidad del español en las comunicaciones, empresa que, desde la fundación del departamento, constituye uno de los principales objetivos de EFE".

Y llegamos a la undécima edición del Manual de Español Urgente, aparecida en 1995. Fue fruto de una revisión muy minuciosa de la anterior, y también de todos los manuales y libros de estilo que habían ido apareciendo, de los que se tomaron algunas recomendaciones y datos que ayudaron a completar nuestro libro.

En principio, si las cosas fueran como debería ser, esa undécima edición, de 1995, sería la última, a la espera de una revisión y actualización que comenzó hace ya varios años. Pero volvió a suceder lo que ya ocurrió con las ediciones sexta, séptima, octava y novena, es decir, que Ediciones Cátedra hizo una nueva tirada de la undécima y la llamó duodécima edición corregida y aumentada, cuando lo único que cambió fue ese número, de once pasó a doce, y el año de edición, que de 1995 pasó a 1998. También estas pequeñas o no tan pequeñas anécdotas forman parte de la historia de los manuales de estilo.

Libro de Estilo de El País.

Un año y medio después de la aparición del diario El País, (3) en noviembre de 1977, se publicó la primera edición de su Libro de Estilo, libro que en aquel entonces era apenas un sucinto cuadernillo de uso interno. Dos años después, en 1980, Julio Alonso se encargó de la segunda edición, un pequeño libro que seguía siendo de uso interno, pero que ya se vendía en las librerías de algunas Facultades de Ciencias de la Información y que también podía adquirirse en la sede del periódico. De la tercera edición, aparecida diez años después, en abril de 1990, se ocupó el periodista Álex Grijelmo, y ese fue el primer Libro de Estilo de El País que se distribuyó en todas las librerías. Para su confección Álex Grijelmo se basó en informes elaborados por especialistas en lenguaje periodístico y en los distintos lenguajes utilizados en el periódico pertenecientes a las diferentes secciones que lo componen. También consultó Álex Grijelmo el Manual de Español Urgente de la Agencia EFE, que entonces iba por su quinta edición.

En 1996 se hizo una revisión profunda del libro coincidiendo con el vigésimo aniversario de la aparición del periódico. Y actualmente ya van por la duodécima edición y el coordinador de las sucesivas revisiones sigue siendo Álex Grijelmo. Además, los periodistas de El País pueden consultar el Libro de Estilo directamente en las pantallas de sus ordenadores.

En la primera parte del libro hay una serie de apartados en los que se explican cuestiones periodísticas, tipográficas, ortográficas y gramaticales. La segunda parte y la más extensa se titula "Diccionario" y es eso: un diccionario de dudas en el que se recogen las voces más frecuentes en los medios de comunicación. Le sigue un listado de siglas con sus correspondientes explicaciones y después unos apéndices con listas de nombres propios y pesos y medidas.

Libro de Redacción de La Vanguardia.

La primera edición, subtitulada "edición experimental" del Libro de Redacción de La Vanguardia apareció en septiembre de 1986. Según nos explican en la presentación, el origen del libro está en un prontuario de estilo redactado en 1982 por el periodista José Casán Herrera. Ese material, más de 2.000 páginas ordenadas alfabéticamente fue entregado por el director de La Vanguardia, Francisco Noy, a los profesores de la Universidad Autónoma de Barcelona José Manuel Blecua y Juan Carlos Rubio, que se ocuparon de la redacción definitiva de acuerdo con las directrices del Equipo Directivo de la Redacción de La Vanguardia. De la redacción de la parte dedicada a redacción periodística y de la coordinación de la edición se ocupó el periodista y profesor Josep María Casasús. Según me ha contado uno de los autores, José Manuel Blecua, uno de los puntos más destacables y destacados del proyecto fue que se trataba de la creación, por primera vez, de unas normas para una periódico escrito en castellano y publicado en Cataluña, con las posibles variantes que ello implicaba respecto a otros libros escrito para el ámbito hispanohablante. Como obras de referencia se usaron los libros de estilo de la Agencia Efe y de El País.

El libro comienza con dos apartados en los que se tratan cuestiones propias del periodismo, titulados "Principios editoriales" y "Normas generales de redacción". Después comienza la parte dedicada al uso del español, dividida en "Problemas de ortografía", "Problemas de morfología", "Problemas de gramática" y varios apéndices dedicados a resolver dudas léxicas, de nombres propios, topónimos, siglas, locuciones latinas y medidas y equivalencias. Termina el libro con otro capítulo dedicado a asuntos periodísticos.

Tanto el Libro de Estilo de El País, como el Libro de Redacción de La Vanguardia contienen, además de normas y consejos sobre el uso del idioma en los respectivos periódicos, uno o más capítulos dedicados a cuestiones periodísticas y a lo que es propiamente el estilo propio de cada uno de ellos.

Al revisar los libros comentados en este trabajo y los otros que no menciono porque la lista se haría larga y muy aburrida, he podido comprobar la importancia que, afortunadamente, algunos medios de comunicación le dan a la autoridad lingüística de la Real Academia Española, pues, además del Manual de EFE, que ya hemos visto que en gran parte está redactado por el anterior director de la docta casa, los prólogos del Libro de Estilo de ABC y del Manual de Estilo de TVE están firmados también por Fernando Lázaro Carreter, y el prólogo y la supervisión del Libro de Estilo de Canal Sur fueron obra de Manuel Alvar, director de la Academia antes que Lázaro Carreter. Y acabamos de ver que gran parte del Libro de Redacción de La Vanguardia fue obra de José Manuel Blecua, miembro correspondiente de la Española.

En la larga lista de libros de estilo hay también muchos de periódicos, radios y televisiones americanos; sólo de diarios bonaerenses hay tres: el Manual de Estilo y Ética Periodística de La Nación (4) y el Manual de Estilo de Clarín, (5) ambos publicados el año pasado, y el más reciente, aparecido apenas hace cinco meses, titulado Cómo leer el diario, y que es uno de los pocos casos en los que el libro de estilo se edita antes de la aparición del periódico, un nuevo diario llamado Perfil. (6)

En la segunda parte del título de este artículo se menciona la "necesidad de un acuerdo", y esa necesidad se percibe hojeando los libros de estilo aparecidos en España y en América en los últimos años, pues nos encontramos con que, sobre todo en el caso de los publicados en España, muchos de ellos, la mayor parte, son copias de otros, especialmente de los dos pioneros: el Libro de Estilo de El País y el Manual de Español Urgente de la Agencia EFE, y ya se está produciendo el fenómeno de los libros clónicos, de los que es claro ejemplo el del diario ABC, cuyos autores recopilaron todo lo publicado hasta el momento y tomaron lo mejor de cada uno para así lograr un buen libro de estilo; pero el problema es que en ocasiones, no precisamente en el caso del libro de ABC, aparecen incluso las mismas erratas, y estamos en un momento en el que ya todos nos copiamos y no logramos escapar de ese círculo vicioso. Hojeando el libro de estilo más reciente, el del diario Perfil de Buenos Aires, pude comprobar que había partes copiadas al pie de la letra del Manual de Español Urgente y, sin embargo, cosa por demás muy habitual, no hay ninguna mención a nuestro libro en los dos párrafos en los que se enumeran los libros consultados para la confección del suyo.

Esa constatación y el hecho de que ya en algunas ocasiones, en congresos y seminarios, se hubiese mencionado la necesidad de un acuerdo, de un libro común para todos los medios de comunicación en español, fue el origen del Proyecto Zacatecas, presentado por Álex Grijelmo, periodista del diario El País y el autor del presente artículo en abril de 1996 en el I Congreso Internacional de la Lengua Española "El español y los medios de comunicación", en la ciudad mexicana de Zacatecas.

Esa necesidad de llegar a un acuerdo también la mencionó, hace ya casi diez años, Fernando Lázaro Carreter, cuando fue elegido por primera vez como director de la Real Academia Española. Y en los prólogos escribió, como antes cité, para los manuales de estilo del diario ABC y de TVE, ambos editados en 1993, Fernando Lázaro también comenta esa idea, y dice en el prólogo al Manual de estilo de TVE: "El ideal sería la elaboración de unos acuerdos idiomáticos comunes a todos los medios de difusión, los cuales no tendrían por qué dificultar las diferencias de estilo entre los diversos medios: con una sola baraja pueden jugarse juegos muy distintos, incluido el solitario. Para ello, sería de la mayor importancia la colaboración entre los periodistas, que tienen hoy el poder idiomático, y la Academia, que tal vez posee la autoridad (y que no propugna el 'estilo académico' que, como tópico descalificador, se le atribuye)". Y en el prólogo del Libro de Estilo de ABC repite esas intenciones con estas palabras: "Los libros de estilo que difieren, como es natural en la definición de lo que podemos llamar la personalidad del medio al que sirven, han de coincidir forzosamente en gran parte de sus prescripciones idiomáticas. Sería ocioso repetir éstas en todos ellos, si fuera posible acordar a todos los medios de comunicación de España y América hispana en un comportamiento común ante los neologismos (no siempre de rechazo), y ante el empobrecimiento que, en sus dos orillas, está experimentando el idioma".

En Zacatecas tuve la oportunidad de recordar otras menciones explícitas de esa necesidad de acuerdo en las que tuve la suerte de estar presente e incluso de ser partícipe, ocasiones que creo también interesante recordar hoy aquí: en 1990 se celebró en Madrid un congreso internacional organizado por la Agencia EFE y titulado "El español en las agencias de prensa", y revisando el libro de actas, (7) publicado en 1991, vi que entre las conclusiones-intenciones finales había una en la que se recomienda la elaboración de un libro de normas de redacción que sirva para todas las agencias de prensa que redactan noticias en español.

En ese mismo libro de actas puede leerse el pequeño debate que hubo en el congreso sobre qué es un "Libro de estilo", y el acuerdo final de que al referirnos sólo a las normas para el correcto manejo del español en la prensa no debemos hablar de estilo, sino de normas gramaticales y léxicas, ya que la ortografía, la sintaxis, el diccionario de dudas, las listas de siglas y las de topónimos, que viene a ser el contenido de un libro de ese tipo, no tienen nada que ver con el estilo.

También comenté en Zacatecas que en 1992, en el "Congreso de la Lengua Española" que se celebró en Sevilla y que fue el embrión del de Zacatecas, en la sección dedicada a "La lengua española y la prensa escrita", Milagros Sánchez Arnosi presentó un "Informe sobre los libros de estilo" (8) y dijo que "sería deseable una total puesta en común de todos los periódicos que han elaborado un libro de estilo, con el fin de unificar criterios, mejorar la prensa en la lengua escrita, contribuir de manera conjunta al decoro del idioma y, en definitiva, a una mejor competencia lingüística". En esa misma sección del congreso, Clara Eugenia Lázaro Mora, correctora de estilo del diario ABC y coautora del Libro de Estilo de ese periódico, solicitó "la ayuda y colaboración de la Real Academia Española" y pidió que esa institución llevase "cuanto antes a la práctica su idea de reunirse con los medios de comunicación para elaborar entre todos, y bajo su coordinación, un conjunto de normas periodísticas específicas para el lenguaje periodístico, es decir, un Manual para todos los medios de comunicación españoles y, si es posible, también hispanoamericanos". (9) Y yo me atreví, en ese mismo congreso de Sevilla, a proponer la elaboración de un cóctel en el que los ingredientes fuesen todos los manuales y normas de redacción periodística existentes, que, una vez bien mezclados en la coctelera, diesen como resultado una mezcla homogénea que sirviese para unificar criterios y evitar la dispersión y la fragmentación del español periodístico. (10)

Y en esas dos primeras ocasiones, en 1990 y en 1992 ocurrió, como tantas otras veces en situaciones semejantes, que las conclusiones-intenciones-proyectos con los que se clausuran los congresos, nunca llegaron a ser una realidad. Pero afortunadamente se cumplió el dicho y a la tercera fue la vencida, y el proyecto presentado en Zacatecas dio algunos pasos durante 1997, 1998 y 1999 y consiguió algo necesario para que estas cosas funcionen: dinero.

En la bibliografía que presentamos en Zacatecas había 163 obras, (11) entre diccionarios generales, diccionarios de dudas, léxicos especializados, libros y manuales de estilo, actas de congresos sobre la lengua, apuntes de trabajo de algunos medios, recopilaciones de artículos sobre el uso de la lengua en la prensa… Y cómo no, esa bibliografía ha crecido algo desde entonces, pues han aparecido otros libros de estilo, ya he comentado el caso del libro del diario Perfil de Buenos Aires, y nos han llegado noticias de otros que ya existían y no conocíamos.

De esas más de 163 obras que ya están en nuestra lista, alrededor de un tercio son manuales o libros de estilo, (12) llamados también normas de estilo, normas de redacción, y de ellos la mitad son americanos; son los libros o manuales de estilo de algunos de los principales medios de comunicación americanos: las agencias de prensa Notimex (México), Colprensa (Colombia), Venpress (Venezuela), Telam (Argentina), Associated Press (Estados Unidos), Prensa Latina (Cuba); los diarios Clarín (Argentina), El Nuevo Herald (Estados Unidos), El Panamá América (Panamá), El Peruano (Perú), La Voz del Interior (Argentina), y emisoras como Radio Caracol de Colombia.

Además de elaborar esa lista exhaustiva, Álex Grijelmo y yo, antes de ir a México, hicimos otra cosa muy necesaria para el proyecto: buscar cómplices para nuestra aventura. Escribimos una carta dirigida a los directores de los principales medios de comunicación del mundo hispanohablante y los Estados Unidos, en la que les contábamos nuestro proyecto, les solicitábamos su adhesión, les instábamos a contarnos sus problemas en el uso del español que se dan en sus medios, y, finalmente, les rogábamos que si tenían algo parecido a un libro de estilo, aunque fuesen unas hojas fotocopiadas, nos lo enviasen para engrosar la lista de la que antes hablábamos.

Recibimos bastantes adhesiones y entre los medios de comunicación dispuestos a participar en el proyecto, además del diario El País y la Agencia EFE, están, entre otros, la agencia Notimex y el diario El Universal de México; la agencia Prensa Latina, de Cuba; la agencia Colprensa, de Colombia; el diario El Tiempo, de Bogotá; El Nuevo Herald, de Miami; Radio Nacional de España; Radio Caracol, de Colombia, y el Canal Once TV, de México.

Ya he dicho que es un proyecto que dio sus primeros pasos, y lo hizo gracias al patrocinio del Instituto Cervantes, y, a finales del verano de 1998 ya había una persona trabajando en la digitalización de los materiales recogidos; pero, desafortunadamente, los últimos cambios en la dirección de esa institución han producido un parón, espero que momentáneo, en nuestro proyecto de redactar un manual de uso del español periodístico con el acuerdo mayoritario de toda la prensa del mundo hispanohablante.

Así, el futuro del Manual de Español Urgente de la Agencia EFE y el de muchos otros libros parecidos está pendiente de ese acuerdo, y mientras tanto, gracias al gran desarrollo de la cibernética, los que trabajamos en cosas parecidas estamos en contacto casi permanente a través del correo electrónico y de las ediciones de nuestros trabajos en la Internet. Y ese es uno de los medios en los que se moverá el futuro, ya muy inmediato, de nuestro Manual y del resto de los libros de estilo: la Internet, pues nos permitirá tener al día los libros sin necesidad de esperar a la edición en papel, que no por ello dejará de existir.

En la página de Internet de la Agencia EFE (http://www.efe.es) ya puede consultarse el capítulo "Sobre léxico" del Manual de Español Urgente, así como los dos volúmenes íntegros de otro de los libros producto del trabajo del departamento: el Vademécum de Español Urgente, en el que se recogen las "notas interiores" redactadas semanalmente (desde hace ya algunos años) por el Departamento de Español Urgente y repartidas entre los periodistas de la agencia, en las que se advierte sobre los malos usos que van surgiendo en la redacción de las noticias. Y en la página de Internet del Instituto Cervantes, llamada Centro Virtual Cervantes, en su día, se irán publicando los avances que se produzcan en el Proyecto Zacatecas.

NOTAS:

1. Dary, David. Manual de noticias radiofónicas. Diana, México, 1964.
2. Nespral, Alejandro. Normas de estilo periodístico. El Coloquio, Buenos Aires, 1974.
3. El País apareció el martes 14 de mayo de 1976.
4. La Nación. Manual de Estilo y Ética Periodística. Espasa Calpe, Buenos Aires, 1997.
5. Clarín. Manual de Estilo. Clarín / Aguilar, Buenos Aires, 1997.
6. Perfil. Cómo leer el diario. Libros Perfil, Buenos Aires, 1998.
7. El idioma español en las agencias de prensa. Compilación de Fundación Germán Sánchez Ruipérez y Agencia EFE; compiladores Pedro García Domínguez y Alberto Gómez Font. Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1990.
8. Actas del Congreso de la lengua española. Madrid, Instituto Cervantes, 1994. (Página 81)
9. Op.Cit. página 95.
10. Op.Cit. página 93.
11.
Véase el apéndice nº1
12.
Véase el apéndice nº2

Fuente