jueves, 2 de julio de 2009

Ejemplo de crónica: Michael Jackson en Zaragoza


El tema por estos días es Michael Jackson. Navegando, en los archivos de El País, encontramos ésta crónica sobre su llegada a Zaragoza en 1996. El lead no es muy llamativo; pero el último párrafo se presta muy bien a un ejemplo de remate, pues hace énfasis en algo muy singular (la canción de la Macarena). Noten también cómo se maneja la interpretación, que es lo más difícil de hacer, especialmente en la crónica.


Michael Jackson alborota Zaragoza

J. TORRONTEGUI, - Zaragoza


EL PAÍS - Última - 24-09-1996


La "Divinidad en movimiento", como reza una de las pancartas que le recibió en el aeropuerto de Zaragoza y pende de una valla junto a su hotel, está desde las 16.48 en tierra española, en suelo aragonés, para participar esta noche en el único recital que dará en territorio de la UE durante su actual gira mundial. La dos veces milenaria ciudad de Zaragoza está acostumbrada a ver pasear por sus calles a personajes de re nombre, pero ayer volvió a conmocionarse cuando el ídolo de los adolescentes pisó la alfombra roja desplegada en la parte civil de lo que fue uno de los reductos yanquis en España. Precisamente varios pilotos norteamericanos no quisieron perderse la llegada del Party One, nombre con el que está bautizado el Boeing 707 del cantante. En el fuselaje, también figuran las palabras Kingdom Entertainement (reino de la diversión).


Medio millar de adolescentes se agolparon junto a las verjas. Más privilegiadas fueron las autoridades locales, que sí estrecharon el guante blanco de Jackson. Guiados en todo momento por Pino Sagliocco, el productor del concierto, un teniente de alcalde, dos concejales, varios responsables de área y hasta la secretaria de la alcaldesa Luisa Fernanda Rudi aguantaron estoicos los vaivenes del horario de llegada. Entre los más satisfechos, Juan Bolea, concejal de Cultura de Zaragoza, artífice de la hazaña de que Jackson cante y baile hoy en el estadio de la Romareda. Eso sí, la hazaña ha costado 200 millones, aunque se pagarán a plazos. Contra lo que parece rutina en Michael Jackson, que no se distingue precisamente por su cordialidad, esta vez saludó en varias ocasiones a sus admiradores y hasta envió besos a la veintena de periodistas del lugar. Siempre bajo una sombrilla blanca, el cantante paseó sin máscara y ordenó abrir las verjas para saludar de más cerca a sus admiradores.


Las mayores muestras de cariño las dedicó al quinteto de niños que le entregaron dos ramos de orquídeas y lirios al pie de la escalerilla. Los privilegiados Marta y Rocío Bernad portaron los ramos, junto a la hija de un matrimonio de periodistas locales, la de un director general de la Administración regional y un adolescente familiar de Santiago Lanzuela, presidente de Gobierno aragonés.


Besos recibieron también algunas de las niñas que pudieron situarse dentro del perímetro policial instalado junto al hotel Boston, cuartel general del cantante y su grupo. Un padre paralítico acudió junto a su niña, que tuvo el privilegio de ser besada por Jackson en plena explosión de fervor de las más de dos mil personas que se agolparon en el lugar. Otra pequeña que tropezó contra la puerta giratoria del establecimiento consiguió como compensación subir en el mismo ascensor que el cantante hasta la segunda planta, donde está la suite elegida. Las expresiones de afecto no supusieron, sin embargo, problemas de orden público. Algunas muestras de alegría por haber visto de cerca al ídolo llegaron a la histeria y las lloreras, pero nada más.


Cerca del hotel, un reducido grupito de incondicionales estaba apostado desde el sábado para ver de cerca al cantante, recibido ayer al grito de "¡Michael!, ¡Michael!" cuando vieron llegar la caravana escoltada por numerosos agentes policiales. Varios Mercedes, dos de ellos blindados y otros dos matriculados en Inglaterra; dos coches más descapotables; un Jaguar y un Rolls-Royce compusieron la comitiva que recibió tratamiento poco menos que de jefe de Estado. De hecho, la Guardia Urbana cortó las vías transversales a su itinerario y se eliminaron los semáforos, mientras miles de personas apostadas en las calles saludaban a Jackson y su corte. Fotos de primeros planos -milagros de la tecnología protectora- no salieron.


Ya en el hotel, Michael se colgó –literalmente- de uno de los ocho ventanales de su habitación y se sentó en el exterior para saludar a las y los admiradores que, aguardaban en la calle. Más besos a distancia.


La caravana volvió a formarse a media tarde para que el cantante visitara un centro comercial. Compró un compacto, una cadena musical y una grabadora, todo ello por unas 30.000 pesetas. ¿A que no se imaginan cuál era el disco? Sí, era... ¡Macarena! ¿También tú, Michael?

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